Comite Anticorrupcion de Carabayllo

lunes, 11 de junio de 2012

TRÁFICO DE TERRENOS EN NOMBRE DE LA “BUENA FE”








Qué ocurre cuando en nombre de la “buena fe” te despojan, con la peor mala fe, del fruto de tu trabajo? Es lo que habría que preguntarle a doña Celia Scamarone García, que en el año 2005 adquirió un terreno de 460 m2, sobre la avenida González Prada, IV Etapa, en la Urb. Santa María, en la ciudad de Trujillo, con un valor de tasación de 138 mil dólares, y que jamás imaginó que alguien podía aparecer una madrugada cualquiera a desalojarla de su propiedad, esgrimiendo documentos de compra de “buena fe”, inscritos “legalmente” en los registros de Trujillo.

¿Cómo pudo ocurrir esto? 
Como hacía cada año, Celia Scamarone viajó a Europa, con destino a Italia, por razones familiares y dejó a un guardián a cargo de su terreno. Era el 24 de junio cuando emprendió vuelo y no regresó hasta el 20 de diciembre. Pero todo indica que había otras personas pendientes de su viaje. Así, el 21 de julio de 2008, cuando la verdadera Celia Scamarone se encontraba fuera del país, otra Celia Scamarone, con un DNI con el mismo número e iguales datos que el original, pero otra fotografía, firma y huella dactilar, se presentó ante el notario Ramón Vásquez Sifuentes en la lejana ciudad de Rioja, en el departamento de San Marín, con el objeto de “vender” el terreno de la avenida González Prada. 

El “comprador” era un caballero de nombre Mario Pasco Hidalgo, que respondía claramente al prototipo de persona de escasos recursos económicos, sin capacidad de ahorro, que de pronto disponía de 42 mil 
dólares para hacerse dueño de un terreno cercado y sin construir. Digamos, el prototipo de persona que es utilizada por los traficantes de terrenos para iniciar el camino hacia la “compra de buena fe”. Curiosamente, Pasco Hidalgo no realizó su inversión en una sola operación. El 21 de julio se firmó por el 33.3% de la propiedad. Y el 1 de agosto del mismo año 2008 se traspasó en dos actos: uno en la mañana y otro en la tarde, el 33.4 y el 33.3% final, ante el mismo despistado notario. Obviamente, este fraccionamiento era otra maquinación mafiosa que reducía el monto de impuestos a pagar por la supuesta transacción. 

Hubo que esperar solamente hasta el día 28 de agosto para que Pasco Hidalgo hiciera el antinegocio del año, al revender lo que acababa de comprar a nada más que 25 mil 
dólares. Esta vez a un tipo llamado Víctor Raúl Aquino Pérez, que tampoco mostraba signos de mayor solvencia o de tener la capacidad de construir sobre el terreno aún baldío. ¿Cómo es que alguien gasta 42 y luego vende a 25 y pierde olímpicamente 17 mil dólares como si nada? Esta segunda venta se realiza en Trujillo, ante otro notario distraído de nombre Carlos Andrés Cieza Urrelo. 

Un poco después, sin embargo, ocurriría la tercera “venta”, entre el nuevo “propietario” Aquino Pérez y una empresa de nombre Concrete Contratistas SAC, que habría abonado 65 mil 
dólarespor el terreno de la historia (LA PRIMERA de 49,450 dólares y la segunda de 15,500 dólares, supuestamente pagados el 15 de noviembre. El gerente de la empresa, que es el que firma los documentos de traspaso, se llama Guillermo Hernando Carranza Chávez, que la constituye recién en marzo de 2008, con un capital modesto de apenas 30 mil dólares. Convertido en propietario, Carranza Chávez podía declarar que había comprado de “buena fe”, seguro de que el vendedor era un propietario legítimo y desconociendo la estafa con que se inició todo el proceso. 

Regreso a la realidad
Celia Scamarone llegó al 
Perú y a su propiedad sin la menor sospecha de lo que había estado sucediendo en las oscuras intimidades de las notarías y las oficinas de registros públicos. Eso, hasta la madrugada del día en que un grupo de individuos con palos y combas tocaron a su puerta y reclamaron que venían en nombre de los verdaderos dueños del terreno. Al frente de este grupo no estaba ninguno de los miembros de la cadena de compras y ventas dolosas que hemos descrito, ni la supuesta titular del predio, la empresa Concrete Contratistas SAC, sino un personaje de 34 años, de nombre Germán Gordillo Cribilleros, que actuaba en representación de “Gegolo Contratistas”, empresa de negocios inmobiliarios actualmente de moda en Trujillo, por la oferta de viviendas en zonas residenciales. 

Gordillo y sus matones sacaron por la fuerza al guardián y a la propietaria, y se atrincheraron en el terreno. Estos hechos fueron constatados por el fiscal de turno y señalados en el parte policial respectivo. ¿Pero por qué aparece Gordillo Cribilleros y qué título exhibía para apoderarse de lo que no era suyo? Formalmente, porque habría sido el que había financiado a Concrete para la tercera “compra” y el que tenía la capacidad económica y financiera para impulsar un proyecto de edificio como el que habían pensado para el terreno de Celia Scamarone. 

Realmente, porque es la cabeza de uno de los grupos de traficantes de terrenos que están actuando en distintas parte del país con la modalidad de la suplantación de los propietarios, la venta fraudulenta y el paso por varias manos que ocultan el robo y la estafa que se está produciendo. Como la de Celia Scamarone se cuentan varias historias de apropiación de propiedad de personas mayores y no residentes en el país, que están 
denunciadas ante los tribunales,: falsificación de documentos y de títulos de propiedad (tiene más de una docena de denuncias por diversos delitos, entre ellos el de lavado de dinero, por la movilización de fuertes sumas sin explicación). Un caso dramático es el de más de medio millar de comerciantes del mercado Las Malvinas, a los que han despojado de un terreno de 5 mil metros cuadrados, con un valor de más de 3 millones de dólares que ha sido “inscrito” por “Gegolo”, luego de corromper a una parte de la dirigencia.

El factor Gordillo Cribilleros
Un folleto de propaganda de “Gegolo” anuncia la próxima construcción de un edificio por departamentos que llevará la denominación Residencial Altozano, sobre una superficie de 460 metros cuadrados y ubicado en la avenida González Prada 412, exactamente en el lugar donde se ubica el terreno de Celia Scamarone. Se trataría de un edificio de ocho pisos, con ascensor y lavandería. Cuatro departamentos por piso, con tres dormitorios cada uno y finos acabador. Es decir, “Gegolo” se preparaba a vender por adelantado su obra, para lo cual trató de abrirse una línea de crédito, que la afectada pudo detener porque nunca se dio por vencida y lo denunció ante los bancos y en todos los lugares que pudo. 

El papel de Gordillo Cribilleros ha sido descrito por la 
Policía que investigó el caso como el de la cabeza de un grupo mafioso. Es el hombre que maneja a las personas implicadas, que toma decisiones dentro de un esquema jerárquico, el que financiaba todas las operaciones, el que gestionaba los créditos en el sistema bancario, el que tenía la representación de la empresa aparentemente “decente”, el que armaba los proyectos inmobiliarios y el que se encargaba de comercializar el fruto de sus estafas. 

Actualmente Celia Scamarone ha logrado recuperar la posesión de su terreno gracias a una decisión judicial y hay procesos abiertos contra una larga lista de actores de esta grosera estafa. Todos los “compradores” (ficticios), 
abogados, notarios y otros implicados están denunciados en un proceso que podría cambiar una de las tendencias delictivas que se han manifestado en el Trujillo de la modernidad chicha que se está viviendo. La batalla no ha terminado definitivamente. Pero algunos de los tramposos han sido puestos al descubierto y ese puede ser un nuevo comienzo.






“El tercero que de buena fe adquiere a título oneroso algún derecho de personas que en el registro aparecen con facultades para otorgarlo, mantiene su adquisición una vez inscrito su derecho, aunque después se anule, rescinda o resuelva el del otorgante, por virtud de causas que no consten en los registros públicos. La Buena Fe del tercero se presume mientras no se pruebe que conocía la inexactitud del registro; por lo que, en dicho contexto, corresponde efectuar las indagaciones correspondientes a las adquisiciones y construcciones de los edificios complejos habitacionales construidos por las empresas investigadas.” (Código Civil del Perú)” 




Quién es “Gegolo”
Germán Gordillo Cribilleros es el gerente de la empresa “Gegolo Contratistas”. 

Es hijo de Segundo Gordillo Loyola, un ex capitán de la 
Policía dado de baja en 1974 por vinculaciones con el clan de los Sánchez Paredes, y de Dora Cribilleros Shigihara, integrante del directorio de “Gegolo”, incluida en los procesos contra la empresa.

Germán es también sobrino de la congresista aprista por Trujillo, Olga Cribilleros Shigihara, que se hizo visible a partir de la segunda mitad del período del actual gobierno aprista cuando se enfrentó a las congresistas nacionalistas y últimamente con las 
denuncias contra la Universidad de San Marcos que buscan la intervención.

Cribilleros es considerada, con Alva Castro, una de los dos parlamentarios apristas más influyentes en el departamento. Y debe ser una ventaja para la familia estafadora tener tan cercana una pariente poderosa. 

El capo de “Gegolo”, Germán Gordillo, tiene varios hermanos en el negocio: Wendy del Pilar Gordillo Cribilleros; Cinthya Gordillo Cribilleros; Carlo Eduardo Gordillo Cribilleros.

Una bonita familia, sin duda. Con múltiples ramificaciones. 
FUENTE  DIARIO  LA  PRIMERA

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