Comite Anticorrupcion de Carabayllo

lunes, 26 de septiembre de 2011

UN GRAN LIBRO





En el momento en que la histórica Universidad de Educación Enrique Guzmán y Valle, La Cantuta, sufre un embate, por el problema judicial que afronta una de sus autoridades, el Vicerrector de Investigación de la Universidad, Dr. José campos Dávila,  sale a la palestra presentando al Perú y al mundo un valioso libro que ha escrito sobre la cocina afroamericana en el Perú, con prólogo del Dr. Francisco Miroquesada Rada, Director del diario El comercio.

       Se advierte en este acontecimiento la inteligencia, creatividad, la capacidad zahorí para conocer, descifrar y desentrañar lo recóndito que encierra una variedad de la gastronomía peruana.

       Pero el libro tiene su propio mensaje: nos dice de la calidad de un vicerrector de investigación de una de las universidades paradigmáticas del país; y hace honra al cargo que ocupa y honra a su universidad, La Cantuta.

       El acontecimiento tiene un valor adicional: Justifica la decisión de las actuales autoridades por diversificar las carreras profesionales, ofreciendo nuevas opciones a los jóvenes, sin abandonar la carrera de educación. Precisamente ahora en La Cantuta se imparte también la carrera de Gastronomía, además de Administración.
      
       Este acontecimiento se produce como contrapartida al proceso judicial que viene afrontando el rector, por circunstancias que pertenecen a otra gestión.

        La cantuta pasa como nunca por un momento de extraordinaria estabilidad y el espíritu democrático imperante es tan positivo para quienes quieren realizar trabajo académico serio y de calidad. Pero por el juicio que afronta el rector, los opositores que esperaban un pretexto para recuperar posiciones en su intento de retomar el control institucional, movilizan a grupos de estudiantes, haciendo creer a la opinión pública que la situación de La Cantuta sería de una total descomposición y como si ellos propugnasen lo contrario, proponiendo, performativamente una nueva intervención.

       La paz que se vive ahora en La Cantuta, como nunca, aunada a un inusual espíritu democrático, dirigida por catedráticos de la izquierda democrática, había reducido a los opositores fundamentalistas a su mínima expresión.

       El fundamentalismo remanente en La Cantuta está compuesto por algunos catedráticos que creen que las universidades deben ser exclusivamente ser centros de agitación irracional. Si irracional, porque como explico en mi libro Crisis del capitalismo global y fin del marxismo, no es práctica de los activistas el conocimiento del pensamiento del genial Carlos Marx, cuya máxima expresión es su monumental libro de tres volúmenes titulado El capital.

       Quienquiera conocer bien lo que acontece en La Cantuta debe conocer quiénes lideran la oposición a las actuales autoridades, qué antecedentes académicos tienen, qué pergaminos exhiben; y qué podrían hacer si ellos tuvieran la dirección de la Universidad.
Esos catedráticos no solamente deben mostrar las travesuras que pueden provocar jóvenes estudiantes mal informados. Deben conocer a los catedráticos que los instrumentalizan, deben conocer su biografía académica y comprender cuál es el verdadero lastre de las universidades públicas.

       El problema no es ideológico, sino la imposición de la irracionalidad total. No se trata de la confrontación de una visión del mundo contra otra, sino el riesgo del retorno del fundamentalismo ciego, de la movilización del sistema límbico contra la razón.

       Exponía mi criterio a un profesor opositor a las actuales autoridades que movilizan a los estudiantes. Le decía que lamentablemente no existe una plana docente en La cantuta que como contrapartida al desprestigio que provocan los manipulados estudiantes opusiera virtudes, contrapesos. Y no que no existan, quería decir que no existen esos contrapesos en su bloque opositor. Porque del lado de las autoridades que gobiernan tenemos excelentes muestras de inquietud productiva y en estos mismos días que un bloque trata de reproducir la peor cara de La cantuta, el Dr. José Campos Dávila, Vicerrector de Investigación se pasea por los mejores sets de televisión y de la prensa escrita exponiendo las virtudes de su último libro destinado a la gastronomía, ahora que La Cantuta, en su proceso de diversificación ha creado la carrera profesional de Gastronomía.

       Si alguna autoridad de La Cantuta – en este caso el Rector, tiene proceso abierto por actos que vienen de otra época- es el Poder Judicial quien tiene el monopolio del veredicto en un estado de derecho; y el poder judicial aun no ha resuelto nada. Mientras tanto se trata todavía de simples imputaciones. Y si alguna sanción recayera sobre la autoridad, eso  no convierte en responsables a los demás.

       Lo cierto es que las autoridades actuales han logrado estabilizar la universidad, el peor sacrilegio para quienes todavía creen en que la universidad debe servir de manera prioritaria para movilizar políticamente a la juventud, sobredimensionando la conducta límbica sobre la racionalidad. Lo peor que le sucede a esta gente es que la universidad cambie del reino de la irracionalidad al del ejercicio de la razón.

La Cantuta es una universidad pacifica desde que las nuevas autoridades la gobiernan. Como complemento o requisito de esta paz es el espíritu democrático del que hacen gala, contra la práctica autoritaria y fundamentalista  de quienes han perdido el poder y que a toda costa quieren recuperarla.

Uno de las cosas que ha provocado reacciones airadas a los opositores es el deseo de las actuales autoridades por diversificar las carreras profesionales. La Cantuta jamás será una universidad competitiva formando solamente maestros. Es importante formar maestros, pero los jóvenes del Perú necesitan también otras opciones. Ahora pueden estudiar además de Educación, Gastronomía, Administración Hotelera y está en los planes de las actuales autoridades ampliar al abanico de posibilidades profesionales acorde a las necesidades laborales de la Sociedad del Conocimiento en el mundo Globalizado. Estos mismos conceptos provocan reacciones nada racionales en quienes tienen esquemas mentales del siglo XIX, sin que jamás hayan logrado estudiar a Carlos Marx, ni hayan demostrado nunca pertenecer a la escuela de José Carlos Mariátegui, quien sin haber estudiado en alguna universidad se convirtió en un autor exquisito, no solamente un pensador de izquierda, sino refinado escritor, a diferencia de quienes dicen ser sus discípulos y solamente escriben panfletos, volantes, a través  de los cuales ponen en evidencia su total indigencia intelectual. Realmente existe una abismal diferencia entre el rigor académico, lo complejo del lenguaje de Marx, significantes de apariencia enigmática (podría decirse vocabulario demasiado burgués) para mentes tan simples (¿proletarias por eso?) de los profesores universitarios que se creen izquierdistas (¿miseria intelectual= proletariado?).

La cantuta no es una universidad modelo. No figura en el ranking de las mejores universidades del mundo, ranking en la que ninguna universidad peruana figura, pero sin estabilidad nunca será otra cosa que un centra del activismo, del fomento de los reflejos condiciones en detrimento de la conducta racional, volviendo inviable la posible de convertirla en universidad auténtica.

       Y que no se diga que estamos defendiendo la impunidad de alguna autoridad. De ese tema se encarga el poder judicial. Las responsabilidades son individuales y los actos no se sujetan al principio de la magia contaminante.

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