El pasado agosto, el Consejo de Ministros aprobó unas medidas extraordinarias destinadas a reducir el déficit. Una de ellas obligará a los médicos a recetar por principio activo en lugar de por marca comercial. Del mismo modo, los farmacéuticos seleccionarán el medicamento más barato del principio activo estipulado en la receta. Según cálculos del Ministerio de Sanidad, la medida ahorrará 2.400 millones de euros a las Comunidades Autónomas.
El portavoz de los ministros, José Blanco, afirmó sin rodeos que el principal objetivo de esta medida es «mejorar la gestión del gasto» y, medio sonriendo ante la obviedad que estaba a punto de decir a la prensa, que «el paciente tendrá el mismo medicamento, con la misma composición, con la misma dosis y los mismos resultados, pero con un precio menor»
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El doctor José Antonio Serra-Reixach, Jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Gregorio Marañón, está de acuerdo con las medidas de ahorro, aunque asume que «cualquier cambio en la medicación implica un riesgo terapéutico, esto no es exclusivo de un cambio en la forma de recetar. Es cierto que, especialmente en ancianos, por edad y por pluripatología, se genera más confusión».
El doctor José Antonio Serra-Reixach, Jefe del Servicio de Geriatría del Hospital Gregorio Marañón, está de acuerdo con las medidas de ahorro, aunque asume que «cualquier cambio en la medicación implica un riesgo terapéutico, esto no es exclusivo de un cambio en la forma de recetar. Es cierto que, especialmente en ancianos, por edad y por pluripatología, se genera más confusión».
Incumplimiento
«Cualquier nuevo cambio puede afectar al incumplimiento», dice Antonio Picó, endocrino y Vicepresidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. «Un 40% de ancianos sufre enfermedades crónicas y, en éstas, el incumplimiento está alrededor del 50%». Picó también es favorable a la aprobación, especialmente en cuanto a la adecuación del contenido de los envases de los medicamentos a la duración real de los tratamientos, aunque cree que, en general, la medida es una forma fácil de controlar el gasto. Por supuesto, habría sido más deseable planear una gestión eficiente de la enfermedad crónica, pero esto lleva años, no es algo que se pueda hacer en un mes para aprobarse en agosto».
Algunos de los reproches que se hacen a esta medida estriban en una obviedad que Blanco no mencionó: los medicamentos serán los mismos, pero sus envases, formas y colores pueden ser, para el mismo paciente, diferentes en cada ocasión. Estos cambios podrían dar lugar a un aumento del incumplimiento del tratamiento, ya sea por ineficiencia o por toxicidad, complicaciones que son más frecuentes y graves en pacientes de edad avanzada.
Un problema real
«No creo que la medida represente un nuevo problema en el sentido de que, en la Comunidad de Madrid, el 40% de los medicamentos que se despachan actualmente son genéricos», dice Juan Carlos Colmenarejo, coordinador del Grupo de Atención al Anciano de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria. «El cambio de los envases, sin embargo, sí puede ser un problema real».
Tomando como ejemplo la amoxicilina trihidrato, principio activo de un antibiótico común, en una posología idéntica -comprimido de 500 miligramos- un vistazo al vademécum español arroja 31 nombres comerciales, 18 de ellos con la denominación de Equivalente Farmacéutico Genérico: de las cápsulas amarillas y granates de Clamoxyl a las blancas y rojas de Normon pasando por Ardine, Remisan, Belmac, Cinfa, Bohm, Apamox, Bexal, J y A Sabater, Bolchipen, etcétera. A esto habría que añadir que, según estudios poblacionales realizados durante la última década, la media de medicamentos prescritos a partir de los 65 años está entre tres y cuatro por persona.
«Se sorprendería de la cantidad de veces que ocurre que un paciente conoce sus cinco o seis patologías pero no es capaz de nombrar ninguno de los medicamentos que está tomando», dice Serra-Reixach. Un artículo publicado en junio por el Journal of Academic Emergency Medicine hizo una evaluación a 150 pacientes ingresados en un hospital para comprobar si eran capaces de recordar los nombres de los medicamentos que les eran recetados. Mientras un 70 por ciento de los pacientes menores de 65 años recordaba el nombre, la cifra descendía hasta el 29 por ciento en los mayores.
Los médicos consultados echan en falta un mayor componente pedagógico en las medidas, que consideran crucial para garantizar la eficacia de las mismas y evitar un aumento del incumplimiento farmacológico por parte del paciente. Quizás para paliar este hecho, el Real Decreto Ley introduce también la elaboración, en el plazo de seis meses, de una Estrategia de Coordinación de la Atención Sociosanitaria, cuyo objetivo es «mejorar la calidad de la atención a las personas que reciben servicios sanitarios y sociales», como aquellas que, a partir del 1 de noviembre, tendrán que acostumbrarse a que su pastilla rosa para el corazón ya no sea siempre rosa.
nota
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Las decisiones relativas a la salud deben ser tomadas por un profesional sanitario, considerando las características únicas del paciente.
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