Comite Anticorrupcion de Carabayllo

lunes, 17 de diciembre de 2012

UNA NAVIDAD EN PRISION


Recuerdo que en 2006 pasé la Nochebuena en un recinto penitenciario. Allí comprobé que por más grande que sea la adversidad en que uno vive, aún en un lugar tan ingrato como una prisión, nunca es tarde para buscar un mundo mejor y nuevo, si en el empeño se pone coraje y esperanza.

Fue el penal de Mujeres de Chorrillos –antes Santa Mónica– que albergaba mujeres de todas las edades y nacionalidades.

Ellas purgaban penas por diversos delitos y confrontaban conflictos emocionales, donde cada quien cargaba una historia diferente, un drama propio, pero también alimentaban esperanzas e ilusiones por una nueva vida.

Pese a los muros de cemento, alambres de púas, rejas y puertas de fierro, aquel 24 de diciembre el patio principal del recinto se vistió de gala y el calor humano encendió los corazones de más de mil mujeres, que esperaban el repicar de las campanas de la pequeña capilla anunciando la llegada de la Navidad en ese pequeño espacio llamado cárcel.   

Llegada la medianoche los brazos de las internas se extendían y las manos se entrelazaban formando un perfecto mundo, donde solo se aspiraba reconciliación, unión y paz; era, sin lugar a duda, la magia de la Navidad.

En aquel breve tiempo de hechizo, increíblemente existía un sólido deseo: terminar por fin su encierro para retornar al seno del hogar.

Aquellos sentimientos encontrados, carencias de afecto familiar, risas convertidas en llanto, promesas con dolor y soledad, nos enseñaban que alcanzar en la vida una continua fiesta en el alma es simplemente tener una buena conciencia.

No me imagino cómo serán las doce de la noche en otras prisiones del mundo, solamente la viví en una de nuestras cárceles, y pese a los mejores esfuerzos de los funcionarios y trabajadores penitenciarios que entregaban su afecto y trabajo con esmero y dedicación, era inevitable sentir un profundo dolor por aquellos seres que equivocaron su camino.

¿Cuántas navidades tendrá que resistir un ser humano en la soledad y el olvido de su propia prisión? No solo la que por su extravío tenga que pagar, sino también por la indolencia de los que descuidan su función en el campo de la justicia.

Faltando pocos días para la llegada de una nueva celebración cristiana, donde nos encontramos abocados en los preparativos de este festejo, con el decorado de luces y árboles de todos colores y diseños, las compras de regalos desde una pelota a un automóvil y la más copiosa cena; quizá olvidamos el significado principal de la Navidad: amor a la humanidad.

Reflexionemos entonces por los que sufren, por los que en el alma llevan la dolorosa espina de algún remordimiento, por los hijos de los prisioneros que tal vez pasan hambre y afecto, por las madres que cargan en silencio sus penas, por los hijos que esperan el perdón de sus yerros, y por aquellos que no tienen una mano piadosa ni un corazón amigo tras los barrotes de una fría celda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario