Lima es un desierto. La segunda ciudad más grande del mundo que se ha desarrollado en un lugar donde no llueve. Nuestro Rímac, el que ensuciamos hasta dejarlo en calidad de desagüe, el que nace puro y limpio en las alturas de nuestra sierra, pero que contaminamos hasta matar toda expresión posible de vida, no es suficiente para toda la ciudad.
Si no tuviéramos agua del Mantaro, estaríamos en un problema muy serio señalan los especialista. Más del 40% del agua que los limeños consumimos proviene de este afluente. Es decir que 4 de cada 10 personas en la capital no tendríamos este preciado líquido ahora. Y vivir sin agua, es algo que al día de hoy, sufre 1 millón y medio de limeños.
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